Publicado originalmente el 3 de marzo de 2020
Por Alejandro Gómez
La relación adictiva de los argentinos con la deuda viene desde sus primeros años de existencia. Lo que estamos viviendo hoy en día no es nada nuevo. En una serie de escritos, que se publicaron luego de su muerte, Juan Bautista Alberdi, dedica unas cuantas páginas a analizarla relación de nuestro país con la deuda. Muchos de estos textos, que tienen casi 150 años, reflejan problemas y difcultades que persisten en la actualidad, especialmente en lo referido a la deuda pública.
Básicamente Alberdi identifica dos tipos de deuda: la externa y la interna. La primera se concreta por medio de empréstitos y la segunda, principalmente, por medio de emisión monetaria. El autor sostiene que la emisión es una deuda que contrae el emisor con el receptor del papel moneda, el cual se ve obligado a recibir un billete que se deprecia constantemente. El problema aquí es que al haberse establecido el curso forzoso de ese billete, el público en general no tiene escapatoria. En la actualidad esto se ve claramente reflejado en la inflación. Es mentira que los precios aumentan, hay solo un precio que baja y es el de los billetes, por ello nos piden más billetes por el mismo bien o servicio. Ante este hecho innegable, los ciudadanos buscan resguardarse en una moneda más estable como el dólar o el euro. Como decía Alberdi, el dinero es el oro, lo otro es papel. Y los argentinos de hoy lo sabemos sin necesidad de haber leído ningún manual de economía.
En cuanto a la deuda externa, Alberdi pone el acento tanto en el gobierno que la contrae como en el que presta. En este caso parecería estar haciendo una crítica al FMI ochenta años antes de su creación. En este sentido se pregunta: ¿Por qué conseguimos crédito fácil? Y su respuesta es: porque los que prestan, prestan lo ajeno. Y los gobiernos aprovechan esta situación,sobre todo los argentinos. ¿Por qué lo hacen? Porque los argentinos quieren producir como africanos pero gastar como europeos. Y agrega: “El lujo no pertenece moralmente sino al que sabe producir abundantemente, por un trabajo inteligente y viril.”
¿Por qué insistimos con las mismas políticas una y otra vez? Porque el crédito fácil genera una ilusión de progreso inmediato. Alberdi lo llamaba: “abundancia y prosperidad ficticia”. Y agrega una frase magistral: “el lujo sin trabajo es corrupción”. En este sentido, Argentina sufre no solo una corrupción política y económica,sino de valores. Pensar que todos debemos tenerla misma cantidad de bienes y servicios por el solo hecho de habitar el país es corromperlos postulados más fundamentales del proceso económico. La riqueza y los bienes hay que crearlos, no están dados de sí en la naturaleza. Alberdi sostiene que: “No tiene conciencia de lo que hace el que gasta lo que no ha ganado por su trabajo.” El derroche secular de los gobiernos argentinos nos lleva a incurrir en un endeudamiento crónico, tanto interno (emisión) como externo, lo cual nos lleva a estar en la misma situación año tras año, gobierno tras gobierno.
Para terminar con este circulo vicioso, la propuesta de Alberdi parecería “revolucionaria” en la Argentina del presente: trabajar y ahorrar. De este modo uno podrá vivir de acuerdo a sus posibilidades reales. “Copiarla civilización del gasto es fácil y agradable, a medida que el gasto es más dispendioso y elegante. Copiar la civilización del trabajo, ni es agradable, ni es dado a todos.”, concluye Alberdi. No es capaz de ahorrar sino el que ha sido capaz de producir o crear riqueza, y mientras nuestros gobiernos gastan “en formarla popularidad de sus gobernantes”, no habrá forma de salir del embrollo.